“Os cuento la vida de los refugiados sirios en los campos de Líbano”
Por Marco Perini Abu de pie delante de su tienda en el campo de refugiados de Marj El Khokh, al sur del Líbano, mira las nubes que se espesan en el cielo. Esta noche la temperatura ha bajado a casi cero grados y el viejo padre de familia sabe que la dureza de esta estación hará todavía más difícil su existencia y la de las 13 personas que comparten con él un techo hecho de plástico y láminas. Esta mañana ha recibido el combustible del staff de AVSI que trabaja en el campo para alimentar una pequeña estufa que ayudará a las personas que viven en esta tienda a sentir menos el frío. También Omar es un “residente” del campo de Marj El Khokh. En conversación con los asistentes sociales de AVSI, reivindica orgulloso su papel de padre de familia. Cada día va a los campos de la llanura agrícola para ganar el dinero necesario para sostener a su mujer y a sus 5 hijos. |
Quieren continuar viviendo, confiando sobretodo en sus propias fuerzas, pero piden no ser olvidados. Omar ha construido personalmente la tienda donde vive pero con el paso del tiempo los agujeros se han ido agrandando y ahora no tiene suficiente dinero para cubrirlos con telas y trapos.
Vidas cambiadas por el horror de la guerra, interrumpidas y obligadas a recomenzar en otros lugares, lejos de casa. Frecuentemente sin la seguridad de un techo sobre sus cabezas, de alimento y de educación para sus hijos. Esto quiere decir ser refugiados, no tener nada de lo normal, bello y familiar: vives lejos de casa, lejos de tu familia, bajo una tienda. Sales de un lugar violento y llegas a un lugar donde la violencia te ha seguido, porque los campos de refugiados son violentos.
Hoy pasados ya 4 años desde que estalló la guerra en Siria junto a la emergencia humanitaria para asegurar un techo y alimento a quien escapa, hay otra urgencia: evitar que una generación se pierda, que no reciban ninguna educación y no completen los ciclos escolares iniciados en su patria. En estos 4 años, la guerra en Siria ha provocado que lleguen a Líbano - país de 4 millones de habitantes - cerca de 2 millones de refugiados, de los cuales casi medio millón son niños en edad escolar.
Por lo tanto, tener un profesor, un cuaderno o un lápiz se ha convertido en cosas necesarias para los niños de los campos. Hacer que retomen la escuela, hacerles jugar, que hagan cursos de alfabetización… todo contribuye a que vuelvan a amar la vida. Paseando por el campo entre fango y desechos muchos pequeños rostros asoman por las tiendas y te viene la pregunta: sabrán que están en un pueblecito perdido en Líbano porque la guerra les ha sacado de casa? Se acordarán de lo que quiere decir ir a la escuela? Habrán tenido tiempo de aprender a leer? Los padres hoy están trabajando en un campo y, por tanto, comerán todos esta noche? A veces no se tiene el coraje de buscar las respuestas a las preguntas que nos hacemos, lo que sé es que hoy Ahmad, de 6 años y desde hace 4 refugiado, gracias a un curso de alfabetización que estamos haciendo en el campo, ha aprendido a escribir los números. Quizás es poco para el cuarto cumpleaños desde que empezó la guerra, pero pienso que dar una oportunidad a Ahmad y a los otros cuarenta mil niños que con UNICEF estamos ayudando en este momento, es la única respuesta posible a quién está dispuesto a usar la ignorancia y la pobreza como carne de cañón en nombre de una “guerra santa”.
Artículo publicado en ilsole24ore.com, 15 de marzo de 2015. “Vi racconto la vita dei profughi siriani nei campi del Libano”
Vidas cambiadas por el horror de la guerra, interrumpidas y obligadas a recomenzar en otros lugares, lejos de casa. Frecuentemente sin la seguridad de un techo sobre sus cabezas, de alimento y de educación para sus hijos. Esto quiere decir ser refugiados, no tener nada de lo normal, bello y familiar: vives lejos de casa, lejos de tu familia, bajo una tienda. Sales de un lugar violento y llegas a un lugar donde la violencia te ha seguido, porque los campos de refugiados son violentos.
Hoy pasados ya 4 años desde que estalló la guerra en Siria junto a la emergencia humanitaria para asegurar un techo y alimento a quien escapa, hay otra urgencia: evitar que una generación se pierda, que no reciban ninguna educación y no completen los ciclos escolares iniciados en su patria. En estos 4 años, la guerra en Siria ha provocado que lleguen a Líbano - país de 4 millones de habitantes - cerca de 2 millones de refugiados, de los cuales casi medio millón son niños en edad escolar.
Por lo tanto, tener un profesor, un cuaderno o un lápiz se ha convertido en cosas necesarias para los niños de los campos. Hacer que retomen la escuela, hacerles jugar, que hagan cursos de alfabetización… todo contribuye a que vuelvan a amar la vida. Paseando por el campo entre fango y desechos muchos pequeños rostros asoman por las tiendas y te viene la pregunta: sabrán que están en un pueblecito perdido en Líbano porque la guerra les ha sacado de casa? Se acordarán de lo que quiere decir ir a la escuela? Habrán tenido tiempo de aprender a leer? Los padres hoy están trabajando en un campo y, por tanto, comerán todos esta noche? A veces no se tiene el coraje de buscar las respuestas a las preguntas que nos hacemos, lo que sé es que hoy Ahmad, de 6 años y desde hace 4 refugiado, gracias a un curso de alfabetización que estamos haciendo en el campo, ha aprendido a escribir los números. Quizás es poco para el cuarto cumpleaños desde que empezó la guerra, pero pienso que dar una oportunidad a Ahmad y a los otros cuarenta mil niños que con UNICEF estamos ayudando en este momento, es la única respuesta posible a quién está dispuesto a usar la ignorancia y la pobreza como carne de cañón en nombre de una “guerra santa”.
Artículo publicado en ilsole24ore.com, 15 de marzo de 2015. “Vi racconto la vita dei profughi siriani nei campi del Libano”
CESAL nace en 1988 con la misión de promover el desarrollo humano de las personas más desfavorecidas del mundo. En la actualidad se encuentra en 12 países de Latinoamérica y África.
Desde el año 2007, trabaja en España en proyectos de acción social para atender a niños y niñas y familias en riesgo de exclusión. Además, presta especial atención a la inserción socio laboral de la juventud, como colectivo especialmente vulnerable.
CESAL es una ONG calificada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y cuenta con el reconocimiento de ONG transparente de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo y de Fundación Lealtad.
Entra en www.cesal.org y cónocenos
Desde el año 2007, trabaja en España en proyectos de acción social para atender a niños y niñas y familias en riesgo de exclusión. Además, presta especial atención a la inserción socio laboral de la juventud, como colectivo especialmente vulnerable.
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